El maltrato a la mujer, violencia doméstica, a la mujer ni con el pétalo de una rosa... y ahora a traducirlo a mil idiomas. Es un tema sonado y duro, más popular que el maltrato a los ancianos y a los animales. Así que, antes de continuar, es necesario decir que la mujer también maltrata, a su manera, con estilo propio. Claro está, ningún maltrato se justifica; no se trata de ver quién maltrata más ni si uno es consecuencia de otro; ni siquiera se trata de si son merecidos o no, lo cual deja la puerta abierta para mencionar a los niños, que también son maltratados y por cierto, también son suceptibles de maltratar.
Las razones por las cuales se maltrata a alguien parecen infinitas, pero no lo son. En realidad son muy pocas y a veces las mismas, en contextos diferentes. La gente maltratadora es, sin lugar a dudas, alguien que ha sido maltratado o con un sentimiento espantoso de inseguridad, o ambas cosas inclusive. Lo primero conlleva a la repetición de un eslabón que forma una espantosa cadena, generación tras generación con sus variantes y rupturas; lo segundo, por sí sólo, podría denominarse como "el primer eslabón", pero son los casos menos conocidos. Cuando nos preguntamos: "¿por qué fulano es así, si jamás sufrió maltrato?", casi nunca sabemos si en realidad lo sufrió de una forma menos visible, porque éste no fue necesariamente físico, y casi nunca sabemos si la falta de seguridad y dominio sobre sí mismo conduce a una persona a ocultarse detrás de la fachada de dominio sobre otros a través del maltrato. Lo cierto es que, cuando se habla de este tema, siempre nos imaginamos a una mujer golpeada con el rostro lacerado, o a un niño amoratado, triste y cuajado en llanto; nunca nos imaginamos a una mujer ridiculizando a su marido, ni nos acordamos del niño que maltrata a su hermanita o que destruye su osito de felpa; no reparamos en la dama incapaz de darle paso a alguien en la calle (sobre todo a otra mujer), y mucho menos en el jefe o la jefa que maltrata con tanta comodidad a su propio(a) asistente. Ahora bien, ¿por qué, POR QUÉ, el maltrato??? Por favor, no me respondan cosas como: "es que la gente trata como fue tratada" ...porque estaríamos devolviéndonos al principio de este párrafo y cayendo, en consecuencia, en un ciclo sin fin. Mucha gente que fue golpeada no golpea, y viceversa. La verdadera y subyacente pregunta es: "¿qué está sucediendo dentro de mí cuando maltrato?" Sí, he pasado al verbo y cambiado a primera persona la oración, porque no pretendo excluirme del fenómeno. También aprendí y di estilo propio al maltrato, y me temo que sólo hasta ahora, cuando soy mi propio objeto de estudio, entiendo que cambiar el modo, intensidad y objetivo para mis maltratos, no me hace precisamente una heroína.
EXAMINEMOS UN POCO ESTAS AFIRMACIONES:
El hombre abusador de su fuerza física y por cierto maltratador, golpea a su mujer y a sus hijos. Bueno, pues, esto tiene sus bemoles, porque el señor X no tiene condiciones físicas de las cuales abusar frente a su mujer, por eso sólo golpea indiscriminadamente a sus pequeños hijos. Mientras que el corpulento señor Y, mima en demasía a sus hijos pero le grita a su mujer todo el día y la golpea una vez a la semana.
Hay una madre aterrada por el rumbo que ha tomado su relación de pareja (que se encamina ya a un maltrato de crecimiento exponencial), y termina maltratando a sus hijos de forma constante y diversa. ¿Lo sabe acaso? ¿En qué nivel de conciencia están sus acciones? Hay espacio dentro de su desgracia como mujer para venir a analizar cómo repercute eso en su aplicación de medidas disciplinarias?
Hay una maestra que etiqueta constantemente a sus alumnos, hay un profesor que ignora de ex profeso las necesidades de un joven estudiante en su curso, hay un jefe que grita y acosa permanentemente a su subalterno, hay un niño dedicado a mutilar gatos, hay una vecina que deliberadamente ensucia el jardín de al lado y una compañero de trabajo que genera chismes, injurias y mala reputación en todo lo que hacen otros. Hay quienes miran de una forma extraña que provoca incomodidad o miedo, y aunque no gritan ni golpean, dicen lo que sienten (y lo que no sienten) de forma intimidante o descalificadora. ¿Todos fueron golpeados? No. ¿Todos fueron maltratados? Sí. ¿Todos repiten sus patrones de maltrato? No. ¿Todos siguen maltratando? Sí. ¿Todos se sienten, en alguna medida, inseguros? Sí. Y además: SÍ. ¿Todos lo reconocen? Por supuesto que no. De lo contrario no estaríamos hablando de inseguridad. El orgullo es un tema aparte. La verdadera razón por la que casi nadie reconoce el origen de sus maltratos es porque se sienten inseguros y vulnerables. ¿A qué? Al sentimiento de culpa, al juicio de otros, a la mácula de su imagen, y aunque esto lo reconozcan menos aun, a verse envueltos (de verdad) en el doloroso y profundo proceso del perdón. Nada es más atemorizante que hurgar en los abismos del YO. Mucha gente aconseja (y hasta hacen dinero fácil) hablando hasta por los codos del perdón y la introspección. En el 99% de los casos no es más que el desierto de Atacama rodeado por todos los océanos del planeta; es decir, "veo perfectamente el agua de la que no poseo una gota". ¿Estoy exagerando? Un poco, si acaso, pero me defiendo para mis adentros pensando en la población del mundo (que ronda los 7 mil millones de personas) y sólo conozco a un Mahadma Ghandi, a una Teresa de Calcuta y a un Nelson Mandela, por ejemplos, que para mí no son lo que son porque sean famosos estén vivos o no, sino porque estoy segura de que ninguno de ellos habría hecho lo que hizo en su respectivo contexto si no se hubiese adentrado en mucho en el ser humano que era o es.
Entonces, una mujer que vio a su padre maltratar a su madre (de cualquier forma), tendrá una marcada tendencia a dejarse maltratar por su marido. ¿Maltratará a sus hijos? Eso no puedo asegurarlo, aunque hay una salida rápida: SÍ. ¿Maltratará a otros? Tampoco puedo asegurarlo (aunque sigo viendo la salida rápida). Pero supongamos que no maltrata a nadie... ¡a nadie! Hay al menos una persona a la que sí maltratará: a sí misma. Y esto no es una salida rápida, es un hecho express. Se maltratará permitiéndolo, sintiendo que lo merece, o sientiendo que no lo merece pero no tiene el valor de confrontarlo, lo cual la conduce al mismo hecho: lo merece porque es una cobarde. Una mujer así no siente que es una santa mártir (tal vez sólo mártir); siente que no vale mucho -o nada-, y eso la distingue de Teresa de Calcuta, quien no tenía problemas de autoestima. En pocas palabras, ser maltratada y no hacer algo al respecto -lo que sea- no nos hace buenas, nos hace propensas al cáncer y eventualmente a una muerte más rápida y brutal en algunos casos, cuando hay violencia de por medio. En cuanto a los hijos no hay que esperar mucho para ver los resultados. ¡Cómo si no fuera suficiente la violencia que cunde y domina todo su entorno!